Niterói y mi primer encuentro real con la homofobia
Actualizado: 21 dic 2021
Pisado Brasil llegué a casa de mi hermano de vida y su esposo. Un venezolano y un brasileño que se enamoraron y se encargaron de hacer su vida en una linda zona ubicada en Niterói. ¡Hermoso, simple y sublime… Así es el amor!
Para quienes no saben, Niterói es una de las ciudades del Estado de Río de Janeiro. Hoy en día, una de las ciudades más modernas del país junto a Brasilia (en el Norte) y Curitiba (más hacia el Sur).
A Niterói vine en 2019, hace apenas dos años, pero les juro que recuerdo el 10% del viaje (cuando mucho). Literal, mi hermano durante estos primeros días acá, se ha encargado de mencionarme distintas cosas que hicimos y yo no recuerdo nada.
Anyway… Hoy dos años después, en la experiencia personal más grande que he tenido en 30 años de vida, me dedico a cosechar nuevos recuerdos y disfrutar esta ciudad que realmente, no para de sorprenderme.
Y ojalá que pudiera decirles que esa sorpresa es 1000% grata. Pero la verdad es que no, no lo es.
Hoy fui testigo de la homofobia. En su máximo esplendor. Ante mí. Mis ojos y mis oídos que aún no se adaptan al idioma, fueron espectadores de la ignorancia pura y dura, siendo la primera - y espero que la última - experiencia desagradable de mi viaje.
Brasil no avanza. O mejor dicho, Latinoamérica no avanza…Y la cruda realidad es que reina la homofobia.
Aún en 2021 y en lo “evolucionados” que se pueden mostrar con temas referentes al empoderamiento femenino, se siguen normalizando ciertas actitudes y opiniones que realmente, a estas alturas, ya no debieran existir.
A ver…
Personalmente, siempre he leído y he escuchado respecto de la homofobia. Siempre de testimonios de amigos, familiares y conocidos que lidian con eso casi a diario; pero la verdad es que yo en realidad nunca lo había vivido “frente a frente”. Y realmente, desde afuera, sin que me afecte directamente, me provocó impotencia y enojo…
Okey… Les cuento lo qué pasó…
Mi hermano y yo tomamos un Uber y creamos conversación con el chofer en cuanto me escuchó mi idioma distinto.
Por alguna razón -que aún no comprendo- el chofer comenzó a hablar de política, gobiernos de izquierda, gobiernos de derecha; comparaciones entre Venezuela, Brasil y Chile. Lo típico.
Segundos después, sus palabras pasaron -varias de ellas inentendibles para mí afortunadamente- a ser ofensivas y en contra del movimiento LGBTQ+, de las políticas de inclusión de que están discutiendo actualmente en el Brasil y de los transgéneros.
Por segundos deseé no entender nada. Para mi desgracia, mi oído parecía más afinado durante todo el viaje, en vez de terminar de aprender cómo pronunciar correctamente la única oración que necesitaré en los próximos días: “Voçe podi me vender um pasagem para voltar a Niterói”. O algo similar.
Claramente, en mi enojo, le hice saber que estaba equivocado con lo que decía, pero… nunca me entendió. Obvio no estaba familiarizado con la expresión: “Estás hablando puras weas”. Obvio.
Durante más de la mitad de camino, para no continuar escuchándolo, intentaba pensar en otra cosa…
Analizaba la situación desde el plano de “Y si me estuviera pasando a mí” y pensaba en el por qué aún en pleno siglo XXI, en pleno 2021, cuando el movimiento está más fuerte exigiendo respeto e inclusión, se siguen transgrediendo e hiriendo a las personas por su orientación sexual.
¿Qué es lo difícil de entender? ¿Quién fue el primer hombre en poner estas reglas de “hombre con mujer” y así forever y lo demás, no está permitido?
Por qué hay gente que continúa creyendo que Dxos, Jesucristo y cualquiera de los Dioses o Santos que venere, siendo seres bondadosos, se mostrarían en contra de esta expresión de amor, si se supone que ellos profesan amor y el amor es libre. No tiene condiciones
¿En qué minuto se perdió nuestra sociedad? ¿Cuando fue?
¿Por qué aún cuando estamos recién “saliendo” de una Pandemia Mundial, se continúa evocando la atención a estos temas de manera negativa? Cuando se supone que estuvimos cara a cara con la muerte, enfocamos nuestra atención a mejorar nuestra salud mental, a fortalecer los lazos familiares, aprovechar el tiempo perdido, derribar barreras y abandonar viejos patrones y estructuras.
Yo no sé ustedes en qué pudieron invertir su tiempo “pandémico”. En mi caso, me dediqué a reflexionar mucho y si hay algo que debo agradecerle a la cuarentena y los meses que pasé encerrada sola, es precisamente a la capacidad de hacerme mejorar mi patrón de pensamiento.
En el minuto fue “shockeante” para mí vivir esa experiencia. Pero durante el día pensé: “No se trata de ti. Se trata de las miles de mujeres, hombres, binarios, trans… que luchan con esto día a día”; muchos de ellos prefiriendo el suicidio a vivir en una sociedad tan egoísta como para creer que lo “Heterosexual” es lo único que está bien en el mundo.
Sentí impotencia por mi hermano, por mis amigos... No me cabía en la cabeza lo calmado y acostumbrado que estaba a la situación. Lo obligado que estaba a mantener la compostura.
La normalización de estos temas ya pasó a ser el día a día; cuando debiera ser la educación la base, hasta llegar a un punto en el que la orientación sexual de alguien, no sea tema.
Para relajar el post, lo chistoso es que obvio lo insulté, en español jajajaja. Y obvio que no me entendió nada y más obvio aún, mi hermano con su estado ZEN FOREVER, me pedía que me calmara.
En fin… Queda para la anécdota y para hacer más análisis profundos en cuanto a qué estamos normalizando cómo sociedad y más aún, sin estar de acuerdo con cómo funciona la sociedad y el sistema, qué estamos haciendo para mejorar y/o cambiar lo que en efecto, no está bien…
Continuamos por acá…